Sé que sobro, no hay un sitio donde mi simple presencia aporte algo más que pena y molestia. Quedan pocos recursos, mi mirada se ha ido, mi alegría y mi fuerza me abandonan, por más que intente ni siquiera puedo mover los pies. Declarada culpable por enfermedad mental, condenada a vivir cada minuto como un castigo, a cerrar las puertas y pensar en respirar.
Agotada, sin luz!
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