
El día de ayer, a pesar del mal principio, mereció tanto, tanto la pena! Increíble paso del tiempo, ella, Candela, me ayuda a darme cuenta. Darme cuenta de que no todo lo que hago es inútil, de que aunque últimamente la tenga descuidada (no la veo tanto como necesito y quiero) ahí está. Sobrina y niña, parte de mí y yo parte de ella. Crece, en altura y en corazón; en sentimientos y en conocimiento de la vida. Mi niña Candela... Verla es VIDA. La ilusión por todo, sus problemas, sus historias diarias, que aún puedo recuperar. Sus ojos que transmiten AMOR INCONDICIONAL. Su sinceridad, su familia de verdad, sin reparos de decir lo que siente, sin reparos para ilusionarse cuando le digo que esta semana iré a su "cazita", el abrazo sentido. El sentarse a su lado y notar cómo, poco a poco, acabamos juntas, dándonos calor.
Sé que no quiero perderme ni un segundo de su existencia, no es mi hija (lo que me exime teóricamente de muchas cosas de tan elevada importancia), pero formamos parte de éste nuestro pequeño mundo.
Día maravilloso en el que las lágrimas saltan cuando ves que sigue confiando en ti, que te cuenta sin pudor lo bueno y lo malo, que te observa y que sin que digas nada sabe perfectamente cómo estás.
Objetivo: nadie puede protegerla de lo que el mundo depara, pero sí que tenga su entorno personal en equilibrio.
11 años contigo, y los que quedan. Se me cae la baba de la emoción de sentirte.
Gracias Kander
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